La noche cayó sobre el puente de Xallitic, pero la oscuridad no fue completa. Decenas de veladoras iluminaron el lugar, una tras otra encendidas por manos de madres, padres, jóvenes y estudiantes que llegaron a rendir homenaje a quienes decidieron quitarse la vida en ese punto de la ciudad.
Entre murmullos y silencio, también hubo voces que se alzaron. Un grupo de jóvenes entonó cantos suaves, casi como un rezo colectivo, mientras otros sostenían cartulinas con mensajes de esperanza.
Un niño, acompañado de su madre, colocó un papel escrito frente a las velas, como si buscara que sus palabras se unieran a la luz que poco a poco transformaba el ambiente de dolor en un acto de memoria y resistencia.
La escena fue íntima y poderosa: Xalapa se reunió no sólo para llorar, sino para recordar que detrás de cada vida apagada hay un llamado a la empatía y a la reflexión.
¡Tómalo en cuenta! Esta es la razón por la que debes llamar a tu familia cada 10 de septiembre