Un triste caso está causando indignación en las redes sociales, luego de que una abuelita de 103 años de edad fuera desalojada por su hijo y su nieta de su propia casa.
¿Por qué la abuelita de 103 años fue desalojada de su casa por su hijo?
De acuerdo con la información el hijo llegó junto con otra persona que presuntamente era su abogado y le dijo que tenía que desalojar la propiedad, ya que él era el dueño, pues la había comprado en 80 mil pesos que presuntamente le entregó.
Los hechos ocurrieron en Tehuacán, en el estado de Puebla, donde la abuelita identificada como Belarmina terminó en la calle junto con todas sus cosas.
@san_gabriel_chilac_ HIJO DESALOJA A SU MADRE DE 103 AÑOS DE SU PROPIA CASA: UNA TRISTE LECCIÓN DE VIDA Lo que ocurrió en la colonia Tehuacán, donde un hijo desalojó a su propia madre de 103 años, duele más allá de lo que pueden explicar las palabras. No es solo una noticia es un recordatorio de cómo, a veces, la humanidad puede perderse en la indiferencia, el egoísmo y la falta de memoria. Porque olvidar a una madre es, en realidad, olvidar el origen, la historia y el amor más puro que existe. A esa edad, una persona debería vivir rodeada de cariño, respeto y compañía. Una madre de 103 años no solo lleva un siglo de vida, también carga con décadas de sacrificios, noches sin dormir, esfuerzos silenciosos y cuidados entregados sin esperar nada a cambio. Cada arruga es testigo de una lucha y cada paso lento es fruto de una entrega que empezó desde que trajo a sus hijos al mundo. Que un hijo la aparte de su propio hogar es una herida moral que nos invita a reflexionar sobre lo que significa el valor de la familia. La casa que durante años fue refugio, alegría y trabajo, se convierte de pronto en un lugar prohibido para quien lo construyó con sus manos y su corazón. Este hecho nos confronta con una pregunta sencilla pero profunda: ¿En qué momento hemos dejado de valorar a quienes lo dieron todo por nosotros? El respeto a los adultos mayores no es un favor, es un deber. Es gratitud. Es justicia. Es reconocer que algún día también nosotros necesitaremos de la comprensión, la paciencia y el amor de los demás. Que esta triste historia nos haga mirar hacia los nuestros, hacia esos abuelos y padres que a veces callan su dolor para no ser una carga, y que solo piden un poco de atención y un lugar digno para vivir. Porque ninguna madre merece ser desalojada del hogar que levantó. Y ningún hijo debería olvidar que, antes de tener fuerzas para caminar en la vida, alguien lo tomó entre sus brazos y le enseñó a amar.
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¿A dónde será el nuevo hogar de la abuelita desalojada en Puebla?
Por fortuna otra hija de la persona de la tercera edad acudió cuando le avisaron de que su hermano había sacado a su mamá de la casa, por lo que se la llevó para resguardarla.
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